El salvaje este
The yellow sea (2010, Na Hong-jin)

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Original

          Tras dos años desde su primera película, basada en la historia real de un asesino en serie que atemorizó la población coreana de Seúl durante los años 2003 y 2004 (“The Chaser”), el realizador Na Hong-jin nos sorprende con un thriller cargado de acción, de nuevo, basado en una historia verídica: la situación que se vive en la frontera entre China, Corea y Rusia, lugar donde el contrabando, la mafia y el transporte de inmigrantes ilegales a Corea del Sur son el pan de cada día.

          El director y guionista de “The yellow sea”, repite, no sólo su fuente argumental, sino también a sus protagonistas sólo que, en este caso, intercambiando roles. Ha Jeong-woo (Time, 2006) y Yun-Seok Kim (Woochi, 2009), comparten de nuevo escenario; el primero, dando vida a “Ku-Nam”, un adeudado taxista en la ciudad de Yanbian (Corea del Norte), que hará todo lo posible para reencontrarse con su mujer; y el segundo, interpretando a "Myung-Ga", un mafioso de la ciudad que le ofrece la oportunidad de cruzar la frontera a cambio de un ajuste de cuentas.



          El film tiene dos partes claramente diferenciadas. Una, en la que se presenta a los personajes, con sus historias, motivaciones e intereses personales, plantando la semilla del caos. Y la otra en la que la semilla se vuelve flor y deviene una trama de traiciones en la que entra en juego el afán por sobrevivir de unos y la sed de venganza de otros, una guerra de bandas en las que se ven involucrados los dos protagonistas.

          Se puede decir que el producto resultante es un claro ejemplo de lo que viene produciendo el cine coreano en los últimos años, un desasosiego a golpes, ya sea físicamente o con algún artefacto u arma contundente, con crueldad sin limite.


          Por lo que a la parte técnica se refiere, se aprecia un gran trabajo de dirección, galardonado en el Sitges Film Festival 2011, con espectaculares persecuciones en coche y unos planos secuencia estremecedores, pero en el que, sin embargo, hay cierta confusión en la presentación de personajes, ya que hasta la mitad de la película se hace difícil adivinar tanto el lugar en el que se encuentran o el bando al que pertenecen, exceptuando, eso sí, al protagonista principal.

          A mi parecer, esta segunda película del director, no es tan brillante como la anterior pero es muy recomendable tanto para amantes del cine asiático como para profanos del género. Con esta película, Na Hong-jin va en camino de situarse a la altura de grandes directores del panorama coreano, como Park Chan-Wook (Old Boy, 2003) o Bong Joon-Ho (The Host, 2006).

 



Por Santiago Maroto Fernandez