Brillante Mendoza se hace imprescindible en el panorama cinematografico
Lola (2009, Brillante Mendoza)

Starsmall Starsmall Starsmall Starsmall Halfstarsmall

Original

     Hace cuatro años, Brillante Mendoza sorprendió gratamente a la crítica internacional con “Foster Child”, para, dos años más tarde, consolidarse como uno de los mejores directores asiáticos del momento alzando dos de los premios más importantes en el festival de Cannes, dirección y película por “Kinatay”. Coetáneamente a la galardonada del 2009, hizo también el presente film: “Lola”.

      Otra película, pues, de este gran creador filipino llega a nuestro país con una enternecedora historia de vidas cruzadas cuyo peso interpretativo recae en dos ancianas. Con un título que bien podrá llevar a equívoco a más de un folklórico español, Mendoza no traiciona su estilo y vuelve a deleitarnos con la profundidad que hace aflorar de la simplicidad de sus imágenes.  

      El periplo de estas dos ancianas comienza el día después del fatídico encuentro de sus nietos, en que uno mata al otro por un móvil. A partir de este hecho ambas señoras han de buscar infatigablemente un dinero que no tienen para, por un lado, pagar un entierro, y, por otro, pagar una liberación. Ambas, provistas tan solo de una motivación imperturbable que les hará ser indiferentes ante humillaciones y penurias. En un lugar en el que ser viejo y pobre es doblemente duro, que la primera generación le saque las castañas del fuego a la tercera generación es tremendamente vergonzoso, pero, si nos ponemos a extrapolar metafóricamente el argumento del film: el tercer mundo es quien sostiene al primero, es devastadoramente crudo.

     Para plasmar la cruda realidad, este realizador no duda en crear un film en su totalidad con cámara en mano, una ausencia pretendida de fotografía y, aparentemente, actores amateurs con unos resultados envidiables. Es posible que Manila nunca haya tenido mejor retratista, pues sin dramatismos extremos, Brillante Mendoza hace de un relato aparentemente banal, una maravilla para los sentidos.

 

 



Por Silvia García Palacios