Espía como puedas
Argylle (2024, Matthew Vaughn)

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Original

La trayectoria de Matthew Vaughn es, cuanto menos curiosa. 'Layer cake' de 2004 fue un prometedor comienzo que le granjeó cierta fama de discípulo aventajado de un Guy Ritchie que empezaba a patinar – una creencia errónea porque Vaughn estuvo junto a Ritchie como productor de sus tres primeras películas – y desde entonces hasta el caso que nos ocupa, se ha dedicado a adaptar cómics conformando una carrera irregular, en la que destacan (para bien) sus colaboraciones con Mark Millar, 'Kick Ass' y 'Kingsman' y su aportación a la franquicia X-Men, una 'First Class' que fue capaz tanto de reactivar el interés de la saga como de crearle una nueva imagen. 






En su octavo trabajo tras la cámara. Vaughn vuelve a trabajar con material original. 'Argylle', su nueva película producida por Apple, es una comedia de espías con vistas de establecer una nueva franquicia cinematográfica. Cosa que no parece que vaya a ocurrir. Porque al agente 'Argylle' no le ha ido demasiado bien ni en taquilla ni ante la crítica, algo comprensible porque estamos sin duda ante el peor trabajo de Vaughn hasta la fecha.


Sobre el papel, no pintaba demasiado mal. El prólogo de 'Argylle', que arranca como una especie de M:I pasadísima de vueltas con Henry Cavill, John Cena y Dua Lipa al frente, resulta ser una representación de 'Argylle 4', la novela escrita por Elly Conway, la verdadera protagonista de la cinta. Conway, una escritora de vida tranquila y poco dada a la aventura, será interceptada por Aidan, un espía real que la arrastra al centro de una trama de conspiraciones y agentes secretos que gira en torno a ella y a las historias que idea para sus libros. Este primer tramo en el que los dos verdaderos protagonistas se conocen y empiezan a interactuar son sin lugar a dudas la mejor parte de la película, especialmente la setpiece del tren, una escena de acción bien ejecutada y con un mecanismo cómico – cada vez que Conway ve a su espía de ficción, Cavill, contrapuesto al desaliñado Sam Rockwell – que termina siendo el único momento en el que 'Argylle' parece funcionar como comedia de acción. Porque lo que nos queda el resto del tiempo es una catarata de giros de guión absurdos (que para empezar me hacen muy difícil explicar de qué va todo esto) cortesía de un Jason Fuchs que firma un libreto digno del peor de los algoritmos, acción blandurria, un humor aún más blando, música pop todavía más blanda que el humor y el uso estirado hasta hastiar de un horrendo gato CGI que hace que el momento felino de The Marvels parezca justificado. Matthew Vaughn lo corona todo con una revisión del infame momento del humo de colores de Kingsman, que en este caso acaba siendo, con toda probabilidad, el momento más sonrojantemente hortera que he sufrido en una sala de cine en años. Menuda forma de gastar 200 millonazos, Matthew.







¿Es todo horrible en 'Argylle'? Por suerte no. El reparto – el de verdad, no el de mentira – encuentra de algún modo la forma de comprometerse con ésto y sería injusto no decir que Bryce Dallas Howard, Sam Rockwell, Bryan Cranston y Caterine O'Hara le ponen muy buena cara a un tiempo bastante chungo. La pareja Howard/Rockwell le da una pequeña vuelta de tuerca al tópico “hombre experto-chica ingenua” y rebosa la química que una película de estas características necesita (menos cuando LO DEL HUMO), la primera reivindicándose como heroína de acción y el segundo, bueno, siendo Sam Rockwell. Con sus bailes y todo. Y es que nunca está de más tener a Sam Rockwell. El problema con el reparto es que entras a ver una película cuyo póster está poblado por gente cuya participación real en la cinta es más falsa que el maldito gato. Quizás podríamos justificar a Cavill porque aún tiene alguna aparición divertida y en el fondo es una especie de protagonista en la sombra, lo de Dua Lipa, John Cena, Ariana DeBose o Samuel L. Jackson – que estoy convencido al 100% de que se limitó a ver partidos de los Lakers mientras rodaban – siendo anunciados como protagonistas roza la estafa. 


Sumémosle a estos ingredientes la extraña teoría fan de que Taylor Swift estaba detrás de todo (teoría que nadie quiso desmentir del todo con esperanzas de que ayudara en taquilla) y nos encontramos con que todo lo relacionado con 'Argylle', la película de Matthew Vaughn, parece ser tan engañoso e innecesariamente complicado como la propia cinta. Y estos mareos solo funcionan cuando la película es realmente buena.

 

 






Si es cierto que Matthew Vaughn no ha dirigido ninguna película que pueda calificarse como memorable, siempre ha sido un director al que recurrir para pasar un buen rato sin muchas pretensiones y que pocas veces nos deja con mal sabor de boca. Por eso es duro enfrentarse a un tropiezo como 'Argylle', siendo para colmo su primer trabajo original en años y además con semejante presupuesto. Una película bastante mala que además deja pérdidas cuantiosas siempre es un golpe duro, pero habrá que seguir pendientes del próximo paso de Vaughn. Quizás el siguiente giro de guión desemboque en buen puerto.



Por Isaac Mora