Transmutación metacinematográfica
Black Swan (2010, Darren Aronofsky)

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Original

     En determinadas ocasiones, desafortunadamente no muchas, se siente un privilegio excepcional en una butaca de cine. Black San provoca esa sensación.

     El controvertido director Darren Aronofsky, capaz de despertar tanto la mayor de las admiraciones como el más arraigado desagrado, se ha atrevido con una versión cinematográfica del ballet “El lago de los Cisnes”. Y se podría decir, desde mi humilde punto de vista, que estamos ante “la versión”.    

     El film describe a la perfección el estado mental de la protagonista. Interpretada más que magistralmente por Natalie Portman (Leon, el profesional, 1994), Nina Sayers se convierte en la primera bailarina de su compañía de ballet, para abrir la temporada optan por hacer una nueva versión de la obra más importante de Chaikovski. La ya frágil personalidad de Nina, con una madre controladora que la ha mantenido en un estadio infantil en el que, además, la presiona constantemente para que dedique su vida en exclusividad al ballet, se desborda completamente ante proceso de maduración forzado que le conlleva interpretar el papel del cisne blanco.

     Todas un cada una de las escenas del film están minuciosamente estudiadas para meternos en la cabeza de Nina, de principio a fin es lo más parecido a un plano secuencia con la actriz principal en todos y cada uno de los planos, utilizando planos subjetivos tanto al uso como posicionando la cámara detrás del personaje, persiguiéndolo, siendo ella, viviendo con ella su locura, viendo sus delirios, compartiendo su obsesión. El juego con el espectador es inherente al objetivo de la película, disociaciones entre realidad, deseos, frustraciones sexuales, psicosomatismos y alucinaciones crean una mezcla en la que la línea que las separa se diluye. Sólo queda la emoción ante las imágenes.  

     Como en anteriores trabajos del cineasta, volvemos a estar en un tobogán del que nos deslizamos hacia abajo sin remedio. No parece haber salida para los protagonistas que avanzan hacia un inevitable final que deben aceptar.

     Black Swan es una fusión del ballet y los bailarines, arte y artista como parte de un todo. Va más allá del cine. Te deja sin aliento.

 

 



Por Silvia García Palacios