La autoría y el humo
Inception (2010, Christopher Nolan)

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Original

 

Christopher Nolan es un director que se ha situado a sí mismo en una estirpe con cierta tradición en Hollywood. Su deseo evidente de obtener el éxito en taquilla sin por ello renunciar al aplauso de la crítica le coloca tras los pasos de otros directores que lograron ese consenso: Clint Eastwood, Quentin Tarantino o Stanley Kubrick. Y si a alguno parece querer seguir muy de cerca es al autor de La Naranja Mecánica , pues su cine apuesta claramente por una puesta en escena moderna y formalmente avasalladora, a diferencia de Huston o el ya mencionado Eastwood, y se siente más cómodo lejos del cine de género, distiguiéndose asi de autores como Hitchcock o Shyamalan. 

 

Existen una serie de temas que atraviesan casi toda la filmografía de Nolan, siendo el principal de ellos la dificultad para discernir lo real - Memento , Insomnio , The Prestige e Inception - y como principal causa de ello, la pérdida de la identidad -cuestión omnipresente en su obra pero particularmente importante en Memento y la saga de Batman-. Es en su último film en el que aparentemente más se incide en cuestionar lo real; y sin embargo, a toda Inception la atraviesa una falta de profundidad que la convierte en una obra fallida. 

 

En un visionado superficial, Inception parece una gran película: la estructura de su universo onírico -literalmente- resulta un pequeño mundo en sí mismo, una creación fruto de una imaginación extraordinaria, capaz de generar a partir de él una obra maestra, y esto a pesar de su obvio parecido con Paprika , de Satoshi Kon. Pero en un análisis minimamente serio, sus defectos empiezan a aflorar: Nolan ignora los principios del viaje a través de los sueños enunciados por sus propios personajes -toda la escena del hotel es un despropósito de coherencia interna- para forzar al film por un camino contrario al de su propia lógica: el del género de acción. Una elección que per se no es en absoluto reprochable, sino fuera porque al mismo autor no parece gustarle e intenta ocultarlo con diálogos describiendo un sistema que a larga se queda en mera parafernalia, en humo que intenta ocultar la vacuidad del film. 

 

La situación es particularmente grave si la comparamos con un film que Nolan rodó diez años atrás; Memento , a pesar de ser mucho más ligera de lo que su puesta en escena pueda hacernos creer, cuenta con un magnífico artificio de montaje que estructura toda la obra, convirtiéndola así en un film extraordinario a varios niveles: emocionante y original para el espectador inteligente, y un puzzle que utiliza inteligentemente las posibilidades del cine para el cinéfilo más avezado. Pero quizás sea la necesidad de dar cabida al público que no se plantea el cine más que como un lugar donde se proyectan historias narradas de forma clásica la que ha llevado a Nolan a ir contra sus inclinaciones naturales. 

 

Pero a pesar de todos los defectos que la convierten en una obra fallida, Inception es un más que aceptable film de acción: el talento de Nolan para la creación de imágenes poderosas -inferior pero similar del maestro Kubrick- sobrevive incluso a los errores teóricos del film. Sin embargo, siendo demasiado insustancial para una obra de autor y demasiado literaria para una película de género, el film ocupa una extraña e incómoda tierra de nadie.



Por Cristian Planas