Nosotros somos Venom, más o menos
Venom (2018, Ruben Fleischer)

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Original

Fue en los 2000 cuando los superhéroes empezaron a abrirse paso a hostia limpia para liderar la cartelera. Como segunda opción, la figura del antihéroe también tuvo su hueco, no en vano fue el cazavampiros Blade quien dio el pistoletazo de salida a la Era Marvel que está viviendo el cine mainstream. Figuras como Punisher y Ghost Rider sufrieron diversas adaptaciones que demostraron, de aquella manera, que un héroe no tiene por qué ser honesto ni bondadoso. Otros personajes como Kick-Ass y Deadpool tomaron el relevo al reírse de tanto traje y superpoder, pero la fórmula empieza a estar trillada. Más allá de la venganza, romantizada durante décadas de cine, hay pocos retratos apropiados de un buen antihéroe. Y entonces, de manera ridículamente tardía, llega Venom en una película que parece realizada hace quince años.




Ideada originalmente como un spin-off de “Spider-Man 3” (Sam Raimi, 2007), “Venom” se estrena justo cuando su archienemigo, Spidey, está repartido entre varios universos transmedia. Así que Sony toma la decisión de independizarlo para crear su propia saga ajena al arácnido, origen real de Venom. Adaptando un par de cómics, el alienígena protagoniza una historia con más acción que ciencia-ficción. Pero sobretodo, un toque involuntario de humor e incluso romance. Lo cual ha hecho que hordas de fans levanten una superproducción casi condenada al fracaso, haciendo de ella uno de los estrenos con más recaudación del año y facilitando la luz verde a un par de secuelas.


Pero para retorcer todavía más el asunto, a “Venom” le falta media hora de metraje, pues también se tomó la decisión de eliminar toda escena gore y de lenguaje soez para cambiar su calificación por edades. Y es esto último lo que realmente más perjudica a la película. Pues realmente no hay problema alguno en cambiar el origen de un personaje que no está ligado a ningún discurso o mensaje, pero pegar tijeretazos a una obra ya finalizada tiene, evidentemente, sus consecuencias. La estructura narrativa de “Venom” es excesivamente irregular. Con un planteamiento que se alarga innecesariamente, un nudo que avanza a trompicones inexplicables y una conclusión demasiado cliché.




Tom Hardy interpreta a un Eddie Brock que, alejado del personaje homónimo, es más un periodista justiciero que no un rencoroso obsesivo. Una vez más, Hollywood no se atreve a retratar a un antihéroe de verdad y nos ofrece a otro héroe con una ridícula redención. Aun así, Hardy se mete de lleno en su personaje, tal vez demasiado, hasta el punto de llegar a lo histriónico. Al mismo tiempo, el actor se encarga de dar vida al icónico y divertido Venom mediante su voz. Y el fruto de ello es un extraño dúo, salido de una comedia de acción a lo buddy cop que se acerca sin querer a la comedia romántica.


Parte de “Venom” se puede disfrutar. Hay elementos de ciencia-ficción desaprovechados pero algo interesantes, así como algún que otro momento divertido. Aunque, una vez concluye, la sensación de no haber visto nada nuevo ya ni siquiera es terrible, si no aburrida. Es una lástima imaginar lo que podría haber ido de no haber sufrido las prisas y presiones por parte de Sony, pero siendo esta la dinámica habitual con este tipo de producciones (ver “Fantastic four” (2015, Josh Tank), sería mejor que ni se intentase.

 

PS: Va más allá de la ironía que la escena que hay tras los créditos, que pertenece íntegramente a “Spider-Man: Into the Spider-Verse”, sea lo mejor de toda la película.



Por Iban Granero del Río