La chica que se quedó sin gasolina
Millennium: Lo que no te mata te hace más fuerte (2018, Fede Álvarez)

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Original

En mal negocio se ha metido Fede Álvarez, que llevaba una prometedora carrera en el cine de terror iniciada con su remake de “Evil Dead” y la estupenda “No Respires”. Su primera gran producción, adaptación del cuarto libro de la saga Millennium (el primero tras la muerte de Larsson, escrito por Daniel Lagencratz) apunta al desastre desde el prólogo.

Y lo peor es que no es culpa suya.

Tengo que aclarar que mi contacto con Millennium se limita a “Los Hombres Que No Amaban A Las Mujeres” de David Fincher. Y aunque Fincher, como tantas veces se ha dicho en esta página -y todos deberíamos tener asumido a estas alturas-  es capaz de sacarle brillo a lo que sea, da la sensación de que el material con el que trabajó el estadounidense era infinitamente mejor que el que le ha tocado adaptar a Álvarez.






Para empezar por alguna parte, nunca queda claro en “Lo Que No Te Mata…” cuál es su situación respecto a los otros libros/películas. Sí, mencionan que Mikael y Lisbeth ya se conocen y en algún momento han separado caminos, pero el espectador nunca sabe si ha sucedido lo que vimos en la versión de Daniel Craig y Rooney Mara, o en las producciones suecas. Poco ayuda que los actores sean más jóvenes que los anteriores. No obstante, este no es el único detalle desconcertante: el cambio de tercio, del thriller oscuro de la película anterior a la especie de James Bond/Misión Imposible femenino que encontramos en esta entrega no le hace ningún bien a la película. El argumento, que lleva a Lisbeth a enfrentarse a una mafia en la búsqueda de un programa capaz de controlar el lanzamiento de misiles a nivel global -y relega su papel de justiciera al prólogo-, no hace más que aumentar la sensación de despropósito, culminando con la aparición de una villana vinculada al pasado de la protagonista como si de una aventura de 007 se tratase. No hay drama y no hay casi thriller en esta entrega de Millennium, sí una ligera trama de espionaje en la que las investigaciones se resuelven solas y ser hacker es prácticamente un superpoder.







Aquí es cuando servidor no sabe a quién culpar. Realmente habría que ver si el libro de Lagencratz avanza de manera tan chapucera como para que todos los conflictos se solucionen por intervención divina -por poner un par de ejemplos: si un protagonista es amordazado o inmovilizado por una trampa “mortal”, se acabará soltando sólo en el momento en el que al guión le haga falta. O Mikael Blomkvist encontrará una pista clave a los dos minutos de empezar a buscarla, Y SIN SALIR DE SU HABITACIÓN. Se podría narrar el 90% de la película con ejemplos así- pero desde luego, sea el escritor o el tridente guionista formado por el propio Álvarez con Martin Knight y Jay Basu, pone de manifiesto una vaguería digna de premio Nobel.

Ahora bien, si la historia no es para tirar cohetes, ¿nos queda Lisbeth Salander? Podría decir que no. Claire Foy (“En tiempo de brujas”, 2011) sin duda le pone ganas pero el personaje que interpreta parece bastante alejado de la presencia amenazante e implacable de Rooney Mara (“A ghost story”, 2017), y mucho más de la antiheroína que miles de lectores han encumbrado por su cruzada contra los abusadores. En la piel de Foy, Lisbeth Salander parece una persona constantemente asustada, sólo capaz de fingir tener el control por un rato y totalmente dependiente de un teléfono móvil capaz de obrar milagros y de una capacidad para que todo a su alrededor ocurra en el momento propicio superando al propio Indiana Jones. Blomkvist por su parte es degradado a escudero en esta entrega, apareciendo sólo para ayudar a resolver la investigación más chusquera de la historia, y cediéndole su terreno al agente/hacker Ed Needham, que junto a Salander y el informático interpretado por Stephen Merchant (“Logan”, 2017) son quienes ponen en movimiento la trama.  





Después de ver “Millennium: Lo Que No Te Mata Te Hace Más Fuerte” uno sólo puede preguntarse si Millennium es realmente ésto y si lo que hizo David Fincher tuvo aún más mérito del que pensaba. Si quizás los primeros libros sí eran buenos y ha sido la familia de Larsson la que no ha tenido mucha puntería a la hora de elegir a un sucesor. O, lo que me parece más improbable, ha sido Fede Álvarez quien ha metido la pata y es el auténtico responsable de una película tan facilona, vaga y anodina como ésta pese al nervio, buen ojo y manejo de la tensión demostrados en sus obras anteriores. En cualquier caso, ha sido una oportunidad perdida de traer de vuelta a unos personajes y un mundo que aún pueden darnos muchas buenas sorpresas en la gran pantalla. Esperemos que para la próxima, Lisbeth Salander vuelva a encontrar su camino, sus cerillas, y su gasolina.



Por Isaac Mora