Disfruta el silencio
Un lugar tranquilo (2018, John Krasinski)

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Original

“Es el sonido”. Un recorte de periódico le basta a John Krasinski para decirnos de qué va "Un lugar tranquilo", su segundo trabajo tras las cámaras. Una película que casi se lo juega todo a una carta, poner a los protagonistas en una situación en la que cualquier ruido les puede costar la vida. Una idea que no es nueva (ahí tenemos algunos de los mejores momentos de la reciente “No respires”), pero que se lleva al extremo poniéndola sobre la mesa durante todo el metraje, marcando el carácter de la experiencia y resultando en una de las cintas de terror más estimulantes que se han estrenado en los últimos años.

Krasinski también se coloca al frente de la película, junto a su mujer Emily Blunt (“La pesca de salmón en Yemen”, 2011) y los jóvenes Millicent Simmonds (“Wonderstruck”, 2017) y Noah Jupe (“Suburbicón”, 2017), en este thriller minimalista donde el protagonista absoluto es el silencio que nos rodea (y que sin duda será fastidiado por algunos espectadores, auténticos villanos de la función) y la angustia ante la posibilidad de romperlo.




Y es que no hay que extenderse mucho para contar de qué va "Un lugar tranquilo". La Tierra entera ha sido invadida por unas extrañas criaturas aparentemente indestructibles que permanecen ocultas y se lanzan al ataque ante cualquier sonido que detecten por encima del ruido ambiental. La familia Abbot sobrevive en su casa, situada en el bosque, marcados por la pérdida que marca el prólogo, la sordera de la hija mayor -que Lee, el padre, intenta remediar con la fabricación de un audífono- y con carácter más urgente, el embarazo de Evelyn, que pondrá a prueba todo el ingenio de la familia para ocultar un parto al omnipresente oído de los monstruos. Dicho embarazo es lo que marca el tempo de la película iniciando una cuenta atrás hacia el desenlace, a la vez que supone la mayor patada a la suspensión de incredulidad. Nunca te cuentan si el embarazo ha sido deseado o “accidental” y, siendo el primer caso, cómo se les ocurre arriesgar la vida de toda la familia de esa forma. En un guión con tanto respeto por cumplir con la lógica interna, esta decisión parece, en el mejor de los casos, cogida con pinzas, y aunque funciona a la perfección como recurso narrativo, se ve totalmente incoherente en un clima de supervivencia y adaptación.

Aparte de esto, "Un lugar tranquilo" se esfuerza por mantenerse creíble, aún teniendo en cuenta que no deja de ser una película de monstruos. Krasinski y Blunt, matrimonio fuera de la pantalla, no tienen que esforzarse demasiado para demostrar química, y los pequeños, especialmente Simmonds, lo hacen bastante bien. El guión firmado por Krasinski con Bryan Woods y Scott Becks se centra en lo humano, en el esfuerzo de unos padres que tienen que ver a sus hijos crecer en un mundo que radicalmente ha cambiado a peor, en una familia cuya supervivencia depende de ser capaces de adaptarse a una nueva forma de vida regida por normas y rutinas y, en última instancia, en un grupo de personas que debe prepararse para superar una crisis de la que difícilmente podrán salir indemnes.




El resto, lo que coloca a "Un lugar tranquilo" por encima de otras cintas del género, es la buena mano (y oído) de John Krasinski como director, que nos sumerge en una de las experiencias más tensas que se han podido “disfrutar” últimamente en una sala de cine. Si convencionalmente, el sonido precede al susto, aquí el sonido ES el susto, y cualquier ruido convencional pone a la audiencia en alerta máxima. Tener una sala en silencio durante una hora y media no es para nada una tarea fácil, pero Krasinski hace que lo parezca, empezando la película con un mazazo emocional y jugando con la silenciosa ambientación para llevarnos a su terreno y arrastrarnos a un clímax que sabemos inevitable desde poco después de empezar; pocas veces una película ha transmitido tan bien la sensación de cuenta atrás: la tripa de Emily Blunt es una mecha y cada minuto que pasa es más corta.

No hay nada especial en el diseño o las apariciones de los bichos, pero el foco tampoco está sobre ellos de todas formas. Cumplen su función como catalizadores y como “scare tactics” y con eso basta. La historia, al fin y al cabo, está en otro lado.





Se está viviendo un gran momento para el cine de terror (aquí podríamos decir “independiente”, pero no hay que olvidar que tras "Un lugar tranquilo" está Platinum Dunes, la productora de Michael Bay) con obras como “La bruja”, “Déjame salir” o “No respires” (y otras que vinieron con mucho hype pero se quedaron a medio gas como “It follows”, “Babadook” o “Llega de noche”) ofreciendo nuevos puntos de vista sobre un género que hace no mucho parecía totalmente estancado. "Un lugar tranquilo" entra en el grupo de las triunfadoras con nota, y con el aliciente de ofrecer una experiencia cinematográfica totalmente opuesta al cine de terror de “jumpscares” y subidas de volumen. Una pirueta y una nueva forma de plantearse el género por parte de un actor y director que parece que ha encontrado su sitio. Probablemente la película de terror más recomendable del año. Eso sí, mejor sin palomitas.



Por Isaac Mora