Fríos y rotos
La piel fría (2017, Xavier Gens)

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Original

La piel fría, adaptación de la novela del escritor y antropólogo Albert Sánchez Piñol parte de una premisa tan básica que resulta difícil no sentirse atraído por ella: dos hombres, una isla, un faro y unas extrañas criaturas anfibias que intentan asaltarlos en cuanto se pone el sol. Xavier Gens, otrora promesa de un nuevo cine de terror francés que desgraciadamente acabó siendo flor de un día, se pone al mando de este cuento gótico sobre la supervivencia, la locura, y el afán del hombre por dominar antes que comprender.





El film es una opción interesante para Gens, que tuvo poco tiempo de disfrutar del relativo éxito de su debut “Frontiere(s)” tras descalabrarse con la desastrosa “Hitman” y levantó cabeza con “The Divide”, que comparte algunos puntos vitales con esta nueva cinta. Aquí, el francés se aleja del terror macarra y el nihilismo descarado (porque algo queda) de sus trabajos anteriores para dirigir una película que se nos presenta como una fábula, conscientemente enamorada de su planteamiento y del escenario donde se desarrolla. “La piel fría” quiere oler a clásico más que a cine de género, a obra cuyas referencias principales son las atemporales novelas de Julio Verne o Robert Louis Stevenson – aunque también hay mucho del Matheson de “Soy leyenda” y el Conrad de “El corazón de las tinieblas”-antes que ninguna otra película-. Una noble empresa que el bueno de Xavier realiza solo a medias.


Porque a “La piel fría” le falta fondo. Probablemente el ajustado metraje no ayude, pero uno no puede evitar sospechar que el director tampoco ha sido capaz de sacar todo de Friend, Gruner y Aneris, los tres protagonistas atrapados en esa isla con los peligros que surgen en la noche y, sobre todo, con ellos mismos. A veces son los propios acontecimientos los que te dicen algo que los personajes interpretados por David Oakes y Ray Stevenson no han podido transmitirte antes, y en una historia cuyos principales cimientos son los sentimientos e instintos de dos hombres aislados del mundo (no olvidemos que la novela la escribe un antropólogo) esto debería ser absolutamente prioritario. Para compensar, Gens se vuelca en la localización, convirtiendo la isla y el faro en los principales protagonistas. Su trabajo junto al de Daniel Aranyó como director de fotografía y el de Víctor Reyes componiendo la banda sonora le otorga a la película toda la personalidad que parece faltarle a los personajes, potenciando el halo de clásico que le han querido imprimir desde el principio.





El trío protagonista, pese a no tener a ningún actor de primera línea, realiza un buen trabajo, dentro de las limitaciones de sus papeles. Es Ray Stevenson quien tiene que lidiar con el papel más complicado (su Gruner es un personaje mucho más complejo de lo puede llegar a expresar) y la mayor carga interpretativa, y sale airoso valiéndose de su presencia física y su carisma, aunque en algunos puntos se vea arrastrado al sinsentido del guión que le toca interpretar. David Oakes por su parte lo tiene más fácil, puesto que Friend es un personaje mucho más previsible y tiene el apoyo de una cargante voz en off. Por último, Aura Garrido, muda y oculta bajo una tonelada de maquillaje anfibio, se encarga de dar vida a Aneris, criatura “domesticada” por Gruner, que, con una expresividad facial limitada por la caracterización, se las apaña para ser el personaje que mejor transmite las emociones de los tres.





En definitiva, “La piel fría” es un buen intento de recuperar una fórmula más clásica de contar historias, aunque flaquea a la hora de contar qué pasa dentro sus protagonistas. No es para nada un experimento fallido pero tampoco llega a alcanzar la excelencia que se le atribuye a la novela. Una propuesta interesante y diferente, y un buen paso en la carrera de un director que se niega a encasillarse.



Por Isaac Mora