La familia radiactiva
10 Cloverfield Lane (2016, Dan Trachtenberg)

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Original

Hasta hace unas semanas, nadie sabía que existía “10 Cloverfield lane”. J.J. Abrams, que lleva más de un año expuesto a un constante foco por su participación en Star Wars ha aprovechado esta exposición para producir bajo un secretismo total lo que parecía una secuela de la cinta de Matt Reeves (“Monstruoso”), que se caracterizó en gran parte por la intensísima campaña viral que la precedió. Pero no ha sido eso.


 

He tenido la suerte de entrar en la sala sin haber visto la sinopsis, el trailer o siquiera el poster (sospechosamente parecido al de la española Zulo ) por lo que estaba convencido de que iba a ver otra película sobre el monstruo que arrasó Nueva York en 2008. Gran parte de la gracia de “Calle Cloverfield 10” – que originalmente iba a llamarse Valencia o The Cellar – está en que nos pilla por sorpresa, así que mi recomendación es que vayan a verla a ciegas y, si van a hacerlo, dejen de leer esta crítica. Intentaré ceñirme a lo que ya destripa el avance para no fastidiar más que la propia publicidad.

 
Yendo al grano: Esto no es una secuela. Ni una precuela. Ni siquiera un spin-off. La idea de Abrams es convertir “Cloverfield” en una especie de antología de películas de ciencia ficción, una versión cinematográfica de The twilight zone. Así que en lugar de otro enfoque sobre la antigua idea, lo que tenemos es un guión que ya estaba escrito y al que han cambiado el final y el nombre para que encaje en su franquicia.

 
Si le perdonamos ese nuevo final que acaba estropeando un poco la experiencia, la cinta de Dan Trachtenberg es un muy buen thriller sci/fi. “Calle Cloverfield 10” nos cuenta la historia de Michelle, interpretada por Mary Elizabeth Winstead (“The thing”, 2011) la cual sufre un accidente automovilístico que la deja inconsciente. Cuando despierta, lo hace encadenada a la pared en una habitación desconocida. Pronto descubrirá que está en un refugio nuclear con Howard (John Goodman, “Argo” 2012 ) un exmilitar fanático del fin del mundo que se ha preparado durante años para la catástrofe y Emmett (John Gallagher Jr., “Si la cosa funciona”, 2009), un joven vecino que “consiguió colarse antes de que la puerta se cerrara". Ambos le cuentan que la ciudad ha sufrido un ataque y que la superficie es totalmente inhabitable, por lo que sólo le quedan dos opciones: confiar y convivir con ellos o atreverse a escapar y averiguar si es verdad.



 

 

Con estas cartas sobre la mesa, al espectador ya le queda totalmente claro que el título sólo era un despiste. La sorpresa es que el cambio es para bien. La dirección de Trachtenberg es firme y milimétrica, huyendo afortunadamente del formato found footage de la Reeves y mezclando inteligentemente los momentos de tensión, los alivios en forma de escenas familiares y la inevitable paranoia en aumento durante todo el metraje. También aprovecha a los tres (si no contamos a una mujer que sale 10 segundos ni el cameo telefónico de Bradley Cooper) actores, especialmente a ese monstruo que es John Goodman y se luce como siempre, esta vez haciendo de cabeza de familia capaz de parecer tierno y comprensivo durante un minuto y convertirse en Godzilla en el siguiente. Asímismo, el cambio es a mejor en el guión, completado a 6 manos –ojo, que hay el mismo número de guionistas que de actores– entre Josh Campbell y Matthew Stuecken (creadores del libreto original) y Damien Chazelle (director de Whiplash) encargado de adecuarlo a las exigencias de Bad Robot. Lejos de abusar de sobresaltos, el guión lo pone todo en la convivencia, la desconfianza entre los personajes y en nuestro desconocimiento, por el oportuno accidente de la protagonista, de lo que ocurre fuera del búnker. Ni siquiera recurren a la obviedad de la claustrofobia, siendo la presencia agresivo-paternal de Goodman lo que nos pone más de los nervios que cualquier Kaiju pisoteando coches.



La banda sonora de Bear McCreary es lo que más se podría acercar a la idea de “Cloverfield”, con unas composiciones de cuerdas, percusiones metálicas y toques electrónicos que podrían haber sonado perfectamente en la primera película (que no tenía banda sonora, salvo el genial tema Roar! de Michael Giaccino que sonaba durante los créditos) y que se adaptarían tan bien a la acción de aquella cinta como a la tensión in crescendo de ésta.

Como dije antes, el final es algo que hay que perdonarle a “10 Cloverfield Lane”. Más aún cuando ya puede leerse por la red cómo acababa el guión originalmente. Lo que Abrams nos reserva como última sorpresa acaba siendo un tiro por la culata aunque, como bien habrá previsto, le deja la puerta abierta si para la próxima producción quiere continuar esta historia en vez de inventarse una nueva.

 

Obviando esos últimos 10 minutos, la película tiene más de “Misery” que de la película de monstruos gigantes que esperaba encontrarme, aunque quizás la referencia más similar sería “The Divide” de Xavier Gens pese a que ésta optara por un tono mucho más agresivo y orientado al terror.
Nos quedaremos con las ganas de saber si ésta Valencia hubiera funcionado mejor como película indie que como parte del proyecto del megalómano J. J. Abrams, pero podemos disfrutar de este nuevo episodio de lo que parece que va a ser una misteriosa e interesante serie.  Eso sí, la próxima vez J.J. no nos cogerá por sorpresa.




Por Isaac Mora