La furia de la juventud
Cómo entrenar a tu dragón 2 (2014, Dean DeBlois)

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Original

 

     Existen muy pocas ocasiones en las que se pueda decir que una segunda parte con pretensiones claramente comerciales pueda ser de interés. Con “Como entrenar a tu dragón 2” tenemos la suerte de encontrarnos con una satisfactoria muestra de ello.


     Basada en una serie de libros escritos por Cressida Cowell, la película retoma las aventuras del joven Hipo, que, tras salir victorioso de un enfrentamiento titánico, consiguió cambiar la forma de pensar de todo un pueblo vikingo y todo gracias a la ayuda de “Desdentao”, su compañero alado.

     Con el claro mensaje de que “personas buenas pueden hacer cosas malas si las obliga alguien malo”, el film vertebra varios hilos argumentales que confluyen en la demostración y aceptación del mismo llevándolo a extremos insospechados. Dejando espacio a la salvación en algún que otro caso, lo más chocante es que se hace un especial hincapié en que hay personas que no dan marcha atrás por mucho que se les intente cambiar, añadiendo un sorprendente toque de desesperanza en un film destinado a un público joven. Tenemos una lección de vida de las que hay que aprender, por muy dura que sea, así como un elemento descorazonador para cualquier mente adolescente que se cree capaz de todo. En definitiva, un paso hacia la madurez y la definición del yo. “Es lo que eres” resuena en varias ocasiones en el film, en boca siempre de progenitores ávidos por continuar su legado, pero, lejos de ser una profecía de autocumplimieto, resulta un motivador del cambio, un ingrediente más para la estructuración de la mente adulta y consecuente con el mundo que le rodea.

     “Cómo entrenar a tu dragón 2” es capaz de aportar una enseñanza vital sin reiterar las de la primera entrega ni dejar de lado la diversión, la aventura y la acción. Desde el principio, el film es un tobogán de sensaciones del cual no quieres bajarte. Acompañado de una excepcional banda sonora compuesta por John Powell (el cual fue nominado al Oscar por la banda sonora de la primera parte), el espectador recorre los cielos a lomos de un furia nocturna, descubre un paraíso perdido, lucha cual David bíblico y es testigo del amor incondicional. Todos los ingredientes necesarios para demostrar que, pese haber un motivador económico, si se pone el corazón, el resultado no es otro que una obra de arte.


Qué más se puede pedir...bueno, la tercera está en camino.
 



Por Silvia García Palacios