Atlantida film festival 2013. Sección atlas y Palmarés

La sección Atlas del Atlántida film festival se ha hecho con una selección de títulos tan interesantes, que su visionado al completo ha constituido, más que un reto, una obligación gustosamente completada.

Demos un breve repaso a la lista de películas que han compuesto la sección, empezando con uno de los platos fuertes de la misma, un film que probablemente fue el más visto de todos y, desgraciadamente, por motivos equivocados: "Boy eating the bird's food" es, sin lugar, a dudas una maravilla para los sentidos que es capaz de algo tan complicado como convertirse, hoy en día, en una gran obra de arte. El escollo, por lo que a su atracción se refiere para el espectador profano, radica en una escena en la que la desesperación lleva al protagonista a alimentarse de su propio semen. Una escena impactante a tantos niveles que, reducirla a la obviedad, roza la idiocia. Un artista ve como las salidas se le van cerrando progresivamente y, en vez de tragarse orgullo y humildad, prefiere llevar a su cuerpo al extremo de la inanición y a su mente al borde de la locura. La escena cumbre tiene lugar en una zona de discotecas en la que se contraponen ambas situaciones vitales y nuestro frustrado, herido y combatiente protagonista lanza un grito contra el mundo. Pocos diálogos, mucha información y total empatía en un film a recordar.


           

Desde otro punto de vista pero con otro joven en un momento vital decisivo se encuentra la francesa "Crawl". Un drama bastante correcto que da lo que pretende sin complejidades o deshonestidad. Todo lo contrario que encontramos en "L'Age atomique" que, con referencias claras a la Nouvelle vague, es un derroche de pretenciosidad, disimulada con un bajísimo presupuesto, tras un guión inocuo y situaciones surrealistas, abstractas y carentes de interés. 

Sin cambiar de país encontramos otra joya del festival: la enigmática y embriagadora "The sinkholes". Esta extraordinaria historia, que camina en paralelo a la obra “Turandot”, es un ejemplo de cómo los géneros cinematográficos no tienen esquemas estereotipados y que, a partir un tema aparentemente intrascendente, se puede vertebrar una historia perturbadora y asfixiante. La aparición del nuevo icono del cine independiente, Mathieu Amalric, le da el toque necesario para atraer y atrapar al espectador mientras que una logradísima ambientación aporta la confusión y locura necesarias. Nos quedamos con una frase pronunciada por una sirvienta -salida de "La invasión de los ultracuerpos"- que define el film: "veo su dolor, pero no veo su amor". Y de amor habla el gran descubrimiento del festival, un documental, también galo, rebosante de una maravillosa sencillez a todos los niveles. Con el sugerente título de "Lo invisibles" esta obra de arte cumple con todos los requisitos para la creación de belleza en imágenes. Sus protagonistas, longevos homosexuales, se ponen frente a la cámara y, con la misma carencia de complejos y valentía que les caracterizó en su juventud, muestran, con absoluta naturalidad, un pedazo de su vida, un devenir vital en el que la lucha, las ganas de vivir y la sexualidad eran sus motivadores diarios. Sus relatos, nacidos de la sabiduría y la experiencia, desbordan de emoción e intensidad. Sus vivencias generan envidia y nostalgia a partes iguales por algo que no fue, que no es. El gran mensaje del film puede resumirse en una frase: “no hace tanto que éramos así, recordémoslo para entender el hoy y apreciarlo”.


                      

Y seguimos con otro documental a tener en cuenta: "Stories we tell", segundo largometraje realizado por la también actriz Sarah Polley, en el que, siguiendo un patrón circular, nos acercamos al misterio más importante de su propia vida, su origen biológico, en un intento paralelo de reencontrarse con una madre que apenas conoció a partir de la memoria de los que la trataron en vida. Lo que en otras manos podría derivar en un artificio ególatra, se nos muestra como un thriller por momentos, una pieza intimista en otros y, en general, en un análisis de la memoria y la eterna búsqueda infructuosa de la verdad pura. En palabras de uno de sus padres: "Hablamos y hablamos, pero nunca expresamos cómo somos".


A caballo entre el documental y la ficción se encuentra el último trabajo de Michel Gondry que muestra, a tiempo real, el trayecto de bus que devuelve a un grupo de secundaria a su casa el último día de clases. Las historias se van sucediendo entre el bulling, los displays, la manada y la independencia creando un retrato de juventud interesante mas no trascendente. Retrato adolescente o metáfora de lucha de clases la tenemos en la producción irlandesa "Dollhouse", en la que un grupo que no supera la mayoría de edad irrumpe en una casa y hace uso de ella de la manera más anárquica posible para, poco después, descubrir que uno de ellos es hijo de los propietarios. Es este un film de bajo presupuesto que logra crear un ambiente enrarecido con ciertos toques de paranoia pero que, por contra, no transmite un mensaje claro. Crítica de clases o simple relato de incomunicación, lo cierto es que por lo menos, "Dollhouse" lo intenta. Cambiando de país, "A somewhat gentleman" también lo intenta, sin mucho éxito, creando una especie de versión danesa de un film de Tarantino, cine negro bizarro que cuenta, por lo menos, con el protagonismo absoluto de Stellan Skarsgå rd. Otro documental que lo intenta pero lo logra es "The house I lived in": estructurado, documentado, interesante y educativo. Poco más se puede pedir de una obra de arte que te enseña a ver con otros ojos, a hacerte las preguntas correctas y a buscar la verdad por encima de todo. Crítica al sistema penitenciario, al poder ejecutivo y, finalmente, a la gran falacia detrás de éstos: la guerra contra las drogas es en realidad la guerra de clases.


        

Y de un buen documental saltamos a historias basadas en hechos reales. En "Todas las cosas buenas", un film irregular dado el tratamiento de la historia, algo básico, rozando el telefilm contraponiéndose a su reparto de lujo, contando con nombres de la talla de Frank Langella, Ryan Gosling o Kirsten Dunst, la incapacidad de objetividad absorbe un resultado que, de haber sido tratado de otra forma sería más que interesante. Algo parecido le ocurre a la sueca "Call Girl" que, por mucho que logre una ambientación muy lograda y unas actuaciones notables, no es capaz de presentar más que una historia real sin perspectivas o tensión alguna. En este punto nos encontramos con algunos títulos que ya tuvimos la oportunidad de ver en el pasado Sitges film festival. La también basada en hechos reales e inquietantemente cruel "Compliance", la extremadamente dadaísta "Wrong" y la inclasificable "Berberian Sound Studio". Nueva oportunidad para poder conocer un cine independiente bastante inaccesible.   

 

                      


           Otra de las grandes bazas del festival la ha protagonizado el estreno de "Like someone in love", dirigida por el iraní Abbas Kiarostami. En este film, el realizador vuelve a adentrarse en el estudio de la copia y los prejuicios, la calma y la tormenta desde un nivel intelectual como ya hizo en "Copia certificada" hace 3 años, demostrando su maestría para dar connotaciones emocionales elevadas a situaciones cotidianas. Con el mismo resultado pero desde un punto de vista totalmente opuesto tenemos la sorpresa final del festival: "Perfect Sense", un relato de ciencia ficción con protagonistas de lujo (Ewan McGregor y Eva Green) que es capaz de poner en imágenes el sentido de la vida y profundizar en el significado mismo de la humanidad. Sencillamente, y nunca mejor dicho, una maravilla para los sentidos.


                      

La retrospectiva, dedicada al excepcional actor Thure Lindhardt con: "Thruth about men" (2012), "Keep the ligths on" (2010) y "Brotherhood" (2009), pone la guinda a esta sección. La elección de estos tres trabajos del actor danés no podría ejemplificar de mejor modo su carrera hasta la fecha. Su capacidad de hipnotizar al espectador, su versatilidad y su candidez latente hacen de Thure un gran profesional, cosa que demuestra en estas tres historias tan dispares e intimistas. Probablemente la mejor de las tres es "Brotherhood" tanto por su profundidad como por la naturalidad interpretativa conseguida, remarcando en última instancia que el amor está por encima de cualquier cosa.

 
 

En definitiva, una delicia de sección que demuestra, un año más, la necesidad imperiosa de tener festivales como el presente para tener la suerte de ver películas independientes, con poca o nula distribución o simplemente, necesarias.

Para dar un punto y final de esta edición, detallamos el palmarés de la misma y aprovechamos para felicitar a los ganadores y despedirnos hasta el próximo año:

 

 

Palmarés:

 

Premio SGAE Talento a la Mejor Película de la Sección Oficial:

Después de Lucía (Michel Franco)

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Mención Especial del Jurado:

Sonidos de Barrio (Kleber Mendonça Filho)

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Mención Especial a Interpretación:

Nadia de Santiago por Ali (Paco R. Baños)

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Premio del Público de la Sección Oficial:

Otel•lo (Hammudi Al-Rahmoun Font)

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Premio del Público de la Sección Atlas:

Stories we tell (Sarah Polley)



Por Silvia García Palacios