XXXI Festival de cine de Terror de Molins de Rei -primeros días-

          La edición del presente año del Festival de Terror de Molins de Rei se ha convertido en una de las más interesantes, no sólo por su leif motiv, sino por tener una selección de películas de lo más interesantes.

          Demostrando, un año más, su pasión por el séptimo arte, el tema alrededor del festival ha sido los Origenes del cine. Desde el clip promocional hasta la programación de grandes clásicos, el hilo conductor de esta edición ha ido impregnando todos y cada uno de sus días. El martes 30, día de la inauguración, se pudo disfrutar de uno de los grandes referentes cinematográficos de principios del siglo pasado con “Der Golem”. La trascendencia de esta obra de arte ha llenado infinidad de libros, su puesta en escena expresionista, sus trasfondo histórico, así como sus referencias a la creación divina, son pilares más que suficientes para sustentar la afirmación de que estamos ante una cinta ineludible para cualquier amante, no tan sólo del cine, sino del arte. Para acompañar a tan ilustre film, se empezó con la sección oficial del festival con “I am bad”, film estadounidense escrito y dirigido por el novel David Rackoff que cuenta con la aparición de Pauley Perrette (mega famosa de la pequeña pantalla por su actuación en la serie “NCIS”) en el papel de mamá. El film, que tanto nos recuerda a la reciente “Maniac” (Franck Khalfoun, 2012), consigue, con un presupuesto muy inferior, superar a ésta-salvado las distancias- en ejecución e hilo argumental. Está también rodada con planos subjetivos, en este caso es íntegramente desde el punto de vista del protagonista, evitando la búsqueda casi obsesiva de reflejos para ver el rostro de nuestro asesino en serie; así mismo, la historia es bastante consecuente y es capaz de crear un esquema mental del personaje en apenas 4 o 5 escenas de escasa duración. Por lo que a los crímenes se refiere, era de esperar algo más de sangre. Esta carencia se resuelve con acciones fuera de campo o poca iluminación lo cual en cierto momento hace que la atención decaiga ya que los asesinatos son bastante similares. De todas formas, “I am bad” es un inicio de carrera fantástico que es capaz de tomar y adaptar correctamente referencias para crear un producto sólido y entretenido.

          Siguiendo con el objetivo de dar a conocer el género a las nuevas generaciones, Terrormolins ha vuelto a programar sus sesiones de cortos para institutos en su segundo día de festival. Un evento que, sin duda, sacará la vena artística de muchos adolescentes. Para no bajar el listón dentro de la selección de clásicos de esta edición y dar, al tiempo, un punto de vista diferente de lo que significa la palabra monstruo, el festival nos regala un visionado de “M. el vampiro de Düsseldorf” del magnífico Fritz Lang. Este es un excepcional trabajo de uno de los impulsores del fantástico en el cine (no en vano dirigió “Metrópolis” en 1927), una película basada en los verídicos hechos alrededor de un asesino de niños que atemorizó la Alemania de principios del 1900. Este monstruo de la sociedad, al que le fue adjudicado un apodo sobrenatural, por lo deshumanizado de sus crímenes, representa la desviación extrema del ser humano y un elemento distorsionador hasta el punto de ser el blanco de ciudadanos y criminales. El trasfondo de “M”, se revela en todo su esplendor durante su escena final, en la que, cual demócratas griegos, los representantes de los bajos fondos de la ciudad debaten el destino de este personaje en un intercambio de razonamientos en el que la sociedad y la humanidad misma están en tela de juicio.

Sin alejarnos de tierras germanas, seguidamente le tocó el turno al segundo film a competición: “Masks”. Este giallo, dirigido por Andreas Marschall, es un curioso trabajo que empieza de la mejor de las maneras y acaba de forma un poco atropellada. Por lo que a la parte del subgénero al que hace honores no hay nada que objetar, combina sabiamente los planos, el ambiente, las muertes y la música típicos de este estilo. El problema aparece hacia la media parte del film en el que, habiendo sentado una base tan interesante, se vuelve, por decirlo claramente, algo normal. El guión deviene algo torpe y acaba con una rocambolesca historia semivampirica difícil de encajar. Es posible que la necesidad por crear un producto más comercial y, por ende, más comprensible haya sido la lacra del film porque lo que sí queda patente es que los creadores de “Masks” tienen un gran respeto por el género.     

          El tercer día de festival arrancó con la presentación de libros y editoriales, para continuar con el festín de películas míticas de la mano de otro de los genios del cine. “Vampir” de Carl Theodor Dreyer, es un antes y un después en nuestra percepción del mito de los vampiros. Demostrando una maestría envidiable, el realizador nos da una lección de dirección creando una ambientación casi onírica y utilizando unos planos adelantados a su época, toda una visión que sólo los genios pueden alcanzar. El film hace estremecer de terror, en gran parte gracias a sus impactantes escenas y, en parte, por su carencia casi absoluta de diálogos gracias a la fortuna ya que, al ser el primer film sonoro de Dreyer, éste tuvo la precaución y la gracia de minimizar palabras en pro de las imágenes.

Siempre es complicado desprenderse de la sensación que un gran film te genera, este jueves, esto se hizo tarea difícil, algo, sin duda, en detrimento del siguiente film de origen noruego y parte de la sección a competición. Las comparaciones son odiosas, sin embargo, son inevitables si tras una obra maestra como “Vampir” se proyecta un film tan intrascendente y primerizo como “Dunderland”. Sin intención de menoscabar esta ópera prima, pues el hecho de poder realizar un film es un logro en sí mismo (y casi un milagro teniendo en cuenta la coyuntura econónomica actual), es de honestidad poner los puntos sobre las ies. Estamos ante un cúmulos de errores complicados de pasar por alto. Desde un montaje atropellado, confuso y reiterativo, pasando por un guión descentrado y torpe y acabando con una dirección ineficaz, este proyecto cae en uno de los grandes escollos del género, cae en la obviedad y por lo tanto en el progresivo desinterés.

          El cuarto día del festival, que nos deja a las puertas de las ansiadas “12 horas”, abrió su sesión con un Networking en el que, por tercer año consecutivo, representantes del medio audiovisual son reunidos en un ambiente abierto al diálogo, exposición y participación interprofesional. A continuación llegó la hora del visionado de los cortometrajes a competición, divididos en dos sesiones, semifinalistas y finalistas. Por lo que a la primera sesión se refiere, destacar el corto ganador: “Bariku Light” de Asier Abio. Este irreverente cortometraje ataca radicalmente a la sociedad de consumo más pendiente de saciar sus impulsos básicos que en darse cuenta de la cruda realidad. Con un argumento muy sencillo y directo, su puesta en escena combina una parodia similar al estilo de Almodóvar salpicada con el gore más gamberro. Motivos más que suficientes para meterse al público en el bolsillo y hacerse un hueco en la final de cortos. De la segunda sesión, correspondiente a los cortometrajes finalistas, cabe mencionar a tres de ellos, el ganador “Lot254” dirigido por Toby Meakins, el ingenioso  “Mamá”  de K. y J. Prada y el preferido del público y galardonado con el segundo premio del jurado “La Cruz” de Alberto Evangelio. El corto vencedor propone un simple argumento que combina notablemente varios géneros y hace uso de un instrumento audiovisual como elemento perturbador entrando indirectamente en un discurso casi metacinematográfico. El siguiente corto digno de mención hace gala de una originalidad inusual ya que en apenas 3 segundos es capaz de transmitir una historia de terror con fantasmas, religión y proyección empática; “Mamá” es digo de halagos pues su capacidad para compactar una idea en imágenes debería ser referencia para muchos profesionales que no son capaces de transmitir nada ni en noventa minutos. La gran ovación de la noche se la llevaron los creadores de “La cruz”, un corto notable que, con una historia basada en hechos reales bien dirigida y sin pretensiones, logró convencer al público por su naturalidad a la hora de crear tensión y el buen hacer de sus actores.

                        

 

      



Por Silvia García Palacios