Cobertura Terrormolins 2022


 


El festival Terrormolins termina su cuadragésimoprimera edición por todo lo alto, batiendo sus propios récords de público – un 37% más de entradas vendidas que el año pasado – y con un impresionante palmarés al que este año se ha añadido un premio del público. Pese a la eliminación  de la sección online, que dejó a muchas buenas películas fuera de nuestro alcance, TerrorMolins ha vuelto a demostrar su buen ojo a la hora de seleccionar y, de nuevo, se reafirma como uno de los mejores festivales de cine fantástico y de terror de Europa.


Aunque desde Fundido A Negro no hemos podido hacer lo que más hubiéramos querido, pasarnos todo el festival encerrados en la sala como las ratas que somos, sí hemos podido disfrutar – y algunas veces sufrir -  unas cuantas películas. He aquí nuestra selección de TerrorMolins '22.



SISSY:



Vamos con la primera influencer. El trabajo del dúo Hannah Barlow (coprotagonista de la cinta) y Kane Senes, es una de las muchas películas actuales que colocan a una youtuber/influencer/”creadora de contenido” como protagonista. Sissy, una comedia negra con tintes de slasher que roza por los pelos el calificativo de cine de terror, funciona bastante mejor de lo que podría parecer cuando se ríe y hace sangre (figurada y literal) a costa del mundo de la autoayuda online y la ya consabida hipocresía clasista de los adolescentes. Sissy es la historia de Cecilia, una joven que vive de un canal donde da consejos (sin base ninguna) sobre bienestar emocional y que un día se encuentra a su mejor amiga de la infancia, que está a punto de casarse y la invita a pasar unos días en una casa por su despedida de soltera. En la casa vive Álex, otra antigua compañera del colegio con un trauma y un asunto pendiente con ella. Cuando la cortesía y la buena educación sale por la ventana, Cecilia/Sissy empieza a mostrar su verdadera cara. Sissy no es una película que vaya a hacer historia pero desde luego es una agradable sorpresa. Divierte y entretiene, está deliciosamente interpretada por una adorable a la vez que odiosa Aisha Dee que es de lejos lo mejor de la cinta y, aunque pocas veces, deleita al respetable con un par de puntuales momentos gore. Barlow y Senes no tienen grandes trucos en su libro de estilo y a veces cojean con los repetitivos flashbacks y con un desarrollo que impide Sissy coja por sorpresa al espectador, pero imprimen suficiente ritmo y mala baba como para que esta comedia de terror ligero sea un estupendo primer plato para TerrorMolins. Su premio del público en la sección Bloody Madness  se reveló como el like definitivo que nuestros influencers del terror tan desesperadamente perseguían.



UNICORN WARS:

 




Habían ganas de ver lo nuevo de Alberto Vázquez después de las buenas críticas cosechadas en Sitges. Unicorn Wars ha dado que hablar y es fácil entender por qué. El realizador gallego ha firmado una película única en su especie, una ultraviolenta sátira que esconde mucho más de lo que su alocado planteamiento dejaba entrever en un principio. Unicorn Wars, basada en su propio corto Sangre de Unicornio, nos lleva a la interminable guerra entre ositos y unicornios, donde los primeros tienen que mantener la maquinaria militar en constante funcionamiento a costa de su carne de cañón, los segundos tratan de mantener una existencia en armonía con la naturaleza pese al incesante asedio de los osos, y entre unos y otros los monos van a lo suyo, siempre a la sombra de una misteriosa entidad escondida en una vieja iglesia. Siguiendo a los hermanos Azulín y Gordi desde su reclutamiento hasta el desenlace de la misión suicida que se les encomienda, Unicorn Wars juega con el contraste entre la estética “cute” y el gore más descarnado (como hicieran en su día series como Happy Tree Friends) pero añadiendo unos niveles de oscuridad y complejidad psicológica pocas veces visto en una película de este tipo. Pesadillas psicotrópicas, ofrecimientos sexuales sonrojantes, y hasta una suerte de Millán-Astray de peluche se dan la mano en una bellísima travesía a los infiernos en el que la única conclusión positiva a sacar es que, si eres un auténtico cretino, siempre podrás hacer carrera en el ejército. Unicorn Wars no es perfecta, sus intentos de resultar cómica mediante la subversión de la imagen del oso amoroso fallan más de lo que aciertan y quizás se vuelva un poco reiterativa a la hora de querer explicarnos cuán hijo de su madre puede llegar a ser su protagonista; pero con todo, tiene virtudes de sobra para clavarse en tus retinas y llevarte del pescuezo hasta el final del viaje. Unicorn Wars es única. Y en un festival como TerrorMolins, esta es una de las mejores cosas que se pueden decir de una película.
 

 


TERRIFIER 2:



 

Toca abrir este melón. Terrifier 2, el pequeño y sanguinolento milagro de 2022. Una película de serie Z de 140 minutos con un presupuesto de 250.000 dólares que, a día de su proyección en Molins, llevaba recaudados más de 10 millones por el viejo y siempre loable método de hacer que la audiencia vomite y se desmaye. Un “sujétame el cubata” cinematográfico que nace en el underground más recóndito de internet y termina siendo presentada como candidata a los Oscars porque LOL. ¿Qué se puede decir de Terrifier 2? Pues poco, pero también mucho. Los payasos siempre son complicados.

Terrifier 2 cuenta las aventuras de Art el payaso, a quien ya vimos hacer de las suyas en la primera Terrifier y en All Hallow's Eve – esa antología de tres cortos que contaban con su presencia como denominador común, incluyendo uno llamado... Terrifier - dos verdaderas castañas de las que solo podían destacarse el buen hacer del director Damien Leone a la hora de usar efectos especiales prácticos y el casi enfermizo nivel de ensañamiento con sus protagonistas del que hacían gala. Ahora Art vuelve, y tiene un argumento. Leone dobla la apuesta con una película que intenta dar más de todo, pero que principalmente, y a diferencia de sus predecesoras, funciona como un slasher clásico que constantemente se le va de las manos. Terrifier 2 añade un lore confuso y una final girl bastante decente a la ecuación, y se pierde cuando intenta comportarse como una película “normal” a lo largo de su innecesariamente extenso metraje - podrías sacar 40 minutos sin ningún problema – levantando la sospecha de que su director no tiene ni idea de cómo construir tensión, desarrollar un personaje o crear una mitología interesante... Ni le importa. La parte mala es que Damien Leone parece un aficionado. La parte buena es que Damien Leone ES un aficionado. Terrifier 2 es una película hecha por un fan del terror más lúdico, desvergonzado y repulsivo posible. Terrifier 2 no es 'Halloween'; Terrifier 2 es 'Viernes 13 VI'. 


Demostrando un aprovechamiento del presupuesto que debería estudiarse en las escuelas de cine – y de economía – Leone realmente brilla cuando ofrece lo que realmente va buscando el público que paga por ver una película gore sobre un payaso asesino. Terrifier 2 es una barrabasada, violenta y asquerosa pero en el modo más festivo posible. Todo gracias a los increíbles efectos especiales que le valieron el premio de la sección Bloody Madness y a la aportación de David Howard Thorton como Art, que en esta ocasión sí consigue sacar total provecho de su personaje resultando intimidante cuando es necesario, sorprendentemente cómico en ocasiones, y en todo momento icónico. Más allá de los aciertos y errores de esta cinta, Art está llamado a ser el monstruo favorito de las nuevas generaciones, y probablemente sea quien recupere la tradición de llenar las sagas de terror de decenas de secuelas, a cual más cutre, a cual más divertida.


Terrifier 2 da que hablar cuando realmente tiene poco que comentar, y eso es, al fin y al cabo, un punto a favor. Raro sería que vaya a hacer vomitar a un aficionado curtido, pero probablemente tenga el mérito de ser la película más salvaje y repugnante proyectada en el circuito de cines convencionales (al menos en EEUU). Si Leone refuerza sus puntos débiles – o se hace un lado como director y se centra en los fx dejando que otros aporten una visión distinta – podríamos estar a punto de ver nacer una nueva franquicia como las que ya no se hacen. Mientras tanto, podemos disfrutar de un baño de sangre sin pretensiones. Que no está mal.




FEED ME:





Últimamente tenemos muchas películas sobre influencers, como decíamos antes, pero siempre hay un hueco para los clásicos y socorridos caníbales. Feed Me, de Adam Leader y Richard Oakes, salió de Molins con dos premios – mejor película y mejor actor para Neal Ward – de la sección Bloody Madness. Y ciertamente, existen pocas descripciones mejores para esta cinta que “locura sangrienta”.


Feed Me es un divertimento. No hay más. Leader y Oakes parten desde un punto oscuro y muy serio, la terrible e insalvable depresión que asola a Jed, el protagonista, pero viran rápidamente a la comedia negrísima en cuanto Jed encuentra al histriónico Lionel, un desconocido que le ofrece una salida infalible a todo su sufrimiento: Ser devorado. Una vez los personajes se reúnen en la casa del segundo, un monumento a todo lo que puede ser sucio, asqueroso o perturbador, Feed Me se aleja del basado-en-algo-que-pasó-más-o-menos y nos obliga a suspender la incredulidad a punta de cuchillo (las apariciones de la policía son de chiste) no basando ninguno de los siguientes movimientos en la lógica sino en la búsqueda de lo que pueda ser gracioso, turbio, asqueroso, o si es posible todo a la vez. Esto no quiere decir que no haya cabeza detrás de Feed Me: es inevitable preguntarse constantemente cómo de mal habría que estar para dejarse hacer lo que se deja hacer Jed, y la escritura de personajes deja algunos destellos de brillantez en el personaje de Lionel, en los que por desgracia no se profundiza demasiado en pos de la comedia. Por suerte, para compensar está la interpretación de Neal Ward, pasadísimo de rosca, que convierte al caníbal en uno de esos personajes que quieres que esté más tiempo en pantalla para poder seguir detestándolo. 


Feed Me es una película que va directa al grano, sin pretensiones ni grandes alardes, pero con el propósito claro de hacer pasar un buen mal rato al espectador. Y de sangre y locura va bien, pero que bien servida. 




SPEAK NO EVIL:





Speak No Evil, de Christian Tafdrup, estaba llamada a ser otra de las películas que más darían que hablar en esta edición de TerrorMolins. Y lo hizo, como atestigua el galardón a mejor película de la sección oficial que se llevó a casa (junto al de mejor banda sonora). Speak No Evil es una película que ha provocado reacciones fuertes y ha creado algo de división, si bien es cierto que sus defensores ganan en número. Lo que es seguro es que no es una película que se pueda comentar sin más.


Speak No Evil nos narra la historia de una familia danesa que va a visitar a unos holandeses que conocieron en sus vacaciones por Italia. El encuentro entre los casi desconocidos se irá enrareciendo exponencialmente, cuando la conformidad de los huéspedes no haga más que alentar a los anfitriones a cruzar más y más líneas.


Los primeros dos tercios de la cinta se desarrollan de forma magistral. Tafdrup nos encierra en esa casa junto a los incautos Bjorn y Louise mientras se suceden situaciones perversamente cómicas que crean una incomodidad que vuelven el ambiente irrespirable. Como en una versión ultranihilista de “Un Dios Salvaje”, los desencuentros entre las parejas se van sepultando bajo toneladas de buena educación nórdica, hasta que la cortesía de los primeros se convierte en pura docilidad. El director aprovecha para plantar las primeras semillas - que el espectador avezado reconocerá enseguida -  del descalabro en el que se convertirá el tercer acto; pero ya llegaremos a eso, porque, durante una hora y poco, Speak  No Evil apunta a ser una de las mejores películas de terror de los últimos años. Y entonces llega el desenlace, porque Tafdrup, pese a habernos demostrado una habilidad asombrosa a la hora de crear tensión y mal rollo cocinado a fuego lento, decide jugársela a buscar el impacto rápido por medio de un giro que ya se veía venir y recurriendo a una serie de decisiones de los protagonistas que uno no podría esperar ni de la persona más decididamente idiota que habite el planeta. Las atrocidades que vemos en la pantalla buscan, en palabras de su director, trazar un paralelismo sobre la pasividad de Europa ante el auge del fascismo. Pero despojar a los personajes protagonistas de la credibilidad y tridimensionalidad conseguidas gracias a él  -hasta ahí – excelente guión y el no menos importante trabajo de sus protagonistas solo para convertirlos en dos peleles con los que hacer una metáfora, destroza gran parte de los muchos méritos que la película acumulaba. En un intento de ir full Haneke, Tafdrup lanza las pedradas que cierran su cinta sobre su propio tejado. Nunca vayas full Haneke. Eso nunca sale bien.


Pese a ese final (que me consta, a muchos les ha parecido espectacular) Speak No Evil ofrece un auténtico mal viaje que, en cualquier caso, funciona como un reloj durante más de la mitad del metraje y al menos intenta, aunque quizás demasiado, asestar un golpe que el espectador recuerde por una buena temporada. En mi opinión una obra con aristas pero indudablemente interesante, polémica y espeluznante que merece un visionado y un juicio propio. 




SOFT AND QUIET:





Un grupo de mujeres blancas de mediana edad se reúnen en una idílica iglesia en el bosque. Han preparado una merienda. Una de ellas, la profesora a la que seguimos desde el primer momento, saca la tarta de cerezas que ha preparado para la ocasión. La tarta está decorada con una esvástica. Se abre la primera reunión de las “hijas por la unidad aria”.


Si Christian Tafdrup nos lanzaba un golpe al estómago, lo de Beth de Araújo es un bate de béisbol a la cara. Soft and Quiet no marea buscando la metáfora; De Araújo busca un punto de vista por explotar sobre el tema del nuevo fascismo y lo filma con una ferocidad capaz de provocar un ataque de ansiedad, facturando la película más genuinamente terrorífica de esta edición de TerrorMolins. Los premios a mejor película, mejor guión y el premio del público en la sección Being Different respaldan mis palabras.


Rodada en un enervante plano secuencia y con una interpretación espectacular por parte del cuarteto protagonista, a las que te crees hasta el último segundo, Soft and Quiet arranca con un suceso casual que deriva en agresión – con un tratamiento creíble de la sensación de impunidad que otorga la pertenencia a un grupo – y se transforma en una huída hacia adelante cuando las villanas, que no compensan su maldad con inteligencia precisamente, pierden el control de la situación y con ello los papeles. Las cuatro mujeres tratan de retomar las riendas constantemente cuando tras el subidón del ataque en manada llega el bajón de ver las consecuencias, y Beth de Araújo nos lleva al colapso mental y moral de un grupo de personas absolutamente despreciables en tiempo real sin un solo alivio cómico o catártico que nos dé un respiro. Por poner una pega, podría decirse que el suceso que lleva a las protagonistas al punto de no retorno está un poco forzado, pero es algo que no resta ni un ápice de fuerza al relato. Soft and Quiet quiere recordarnos que los peores monstruos están ahí fuera, irreconocibles, esperando su momento. Si esto va de dar miedo, Beth de Araújo ha ganado de lejos.




SICK OF MYSELF:






Volvemos con el culto a la imagen, uno de los temas más recurrentes de las nuevas olas de cine fantástico. Sick Of Myself es una comedia negra como el betún con toques de body horror que se queda agusto satirizando sobre la necesidad de llamar la atención, las relaciones tóxicas, el arte moderno y lo que se le ponga por delante. La película escrita y dirigida por Kristoffer Borgli nos cuenta la historia de Signe, espectacular Kristine Kujath Thorp que salió de Molins con el premio a mejor interpretación, una joven camarera en una constante competición por recibir más atención que su pareja, un artista en alza. Tras sacar todo el jugo posible un incidente con un perro y una alergia inventada, Signe lleva su obsesión un paso más allá auto provocándose, medicinas rusas mediante, un efecto secundario que le dejará la cara llena de cicatrices; toda una mina de oro para alguien que desesperadamente necesita ser el centro de la conversación en todo momento. La película de Borgli puede desentonar un poco en un festival como TerrorMolins, donde el ritmo pausado y la fotografía luminosa y agradable – si obviamos las deformidades faciales – y la ausencia de un clímax sangriento la pueden convertir en la rara avis de la edición, pero Sick Of Myself tiene mala leche de sobra para ganarse un puesto entre nazis, zombies y payasos asesinos. Una de las sorpresas del año.




FAMILY DINNER




Family Dinner de Peter Hengl, ganadora del premio al mejor guión en la sección oficial, coincide con la triunfadora Speak No Evil en más de un punto. La cinta de Hengl también embruja durante gran parte de su metraje con el buen uso de un ambiente enrarecido e incómodo, y hace gala de una dirección fría, precisa y pausada que acaba derivando en el terror más visceral. Pero también falla a la hora de crear una sorpresa, pues las pistas del horror por venir – empezando por la más obvia, estamos en un festival de cine de terror – hacen que estemos bastante seguros de cómo va a acabar todo antes de pasar la primera hora. 


Family Dinner nos cuenta la historia de Simi, una adolescente con sobrepeso que decide pasar las vacaciones en casa de su tía, una famosa cocinera y dietista, con la esperanza de que le ayude a perder unos kilos. Una vez en casa de su tía Claudia, que vive casi en reclusión con su pareja y su hijo con unas costumbres que rozan lo ritual, Simi empezará una dieta muy agresiva e intentará establecer lazos con esta familia cuyas acciones siempre parecen encaminadas a una conclusión terrible.


Al igual que la mencionada película de Christian Tafdrup, todo en Family Dinner funciona por el buen hacer del director a la hora de manejar la tensión. Una tensión casi insoportable, creada mediante una dirección como ya viene siendo normal en el nuevo terror europeo:  fría y distante, de planos largos y estáticos, una fotografía cuidadísima y muy natural, una trama que avanza muy lentamente y un acertadísimo reparto que carga con el trabajo extra de incomodarnos y arrastrarnos a la película con pocos diálogos y nada de acción. Con estos ingredientes, Hengl crea un cóctel malsano que funciona de maravilla hasta llegar a su tercer acto, cuando todo se apresura y el giro que esperabas que desarmara todas tus teorías sobre lo que iba a pasar, nunca llega. La impresión con Family Dinner, como con Speak No Evil, es que se juegan demasiado a la carta del final sorprendente, y al fallar el tiro, todos los aciertos anteriores se ven perjudicados. Quizás ambas cintas funcionen mejor en festivales cuya naturaleza no incite al espectador a esperar la conclusión más terrorífica posible; aunque esto es solo una percepción personal porque a la vista está que a ambas les ha ido bastante bien en TerrorMolins.


Con todo, y como dije de Speak... Family Dinner sigue siendo una película que merece un visionado y sacar una conclusión propia. Y con esto acaban las experiencias culinarias en TerrorMolins, porque ahora toca pasar a algo completamente diferente...


RAZZENNEST:





El regreso de Johannes Grenzfuthner a Molins fue algo accidentado, con un pase programado a ultimísima hora después de que el festival tuviera que cancelar los pases online. Eso nos privó de sus estrambóticas presentaciones  - ha sido visto en otros festivales disfrazado de cardenal - pero dejó una oportunidad in extremis de disfrutar su nueva chaladura, Razzennest, probablemente la película más inclasificable vista en TerrorMolins desde... desde su película anterior.


El experimento que es Razzennest puede pillar menos por sorpresa a quienes vieron Masking Threshold, pues ambas comparten ADN, pero como aquella, puede dejar a cuadros a quien se acerque esperando una película convencional. 


En este caso, Grenzfuthner cambia la voz en off en primera persona por varias voces, concretamente la voz del director de la supuesta película que estamos viendo, varias personas de su equipo, y la crítica que los entrevista. Porque Razzennest “es” la película experimental del director sudafricano Manus Oosthuizen, un documental que explora los rincones de una pequeña aldea austríaca para reflexionar sobre las historias ocultas de la guerra de los 30 años. Y lo que oímos es a Manus, un cretino de campeonato, junto a su cinematógrafo y su productora, siendo entrevistados para el audiocomentario mientras las imágenes se reproducen.


El Razzennest que vemos, es una sucesión de imágenes de la naturaleza, de iconografía religiosa y estampas encontradas a lo largo y ancho del pueblo. Como una versión coloreada y con los pies en la tierra de “Last and First Men”, la falsa película ya merece la pena por sí misma. Las imágenes tomadas por Grenzfuthner – que inicialmente grabó pensando en realizar el susodicho documental – están acompañadas por una banda sonora atmosférica y tenebrosa del mismísimo Alec Empire (líder de Atari Teenage Riot), muy alejado aquí del ruidismo furioso con el que se hizo famoso y, seguramente, serían un visionado más que interesante si pudieran verse sin audiocomentario.


Pero aquí es cuando la genialidad de Grenzfuthner arrolla a la de su alter ego, pues en la conversación entre los cuatro personajes es donde se desarrolla la verdadera historia. Apostando fuerte por el humor, mediante los intentos de Babette, la periodista, de sorprender con sus preguntas  al engreído Ossthuizen, Razzennest se desarrolla como una comedia que se convierte en historia de terror sin que jamás lleguemos a ver a ninguno de sus protagonistas. 


Grenzfuthner parece sentirse cómodo en el estilo experimental de Masking Threshold, pero lejos de repetirse o convencionalizarse, redobla la apuesta rodando una película más arriesgada y menos encorsetada en el terror. Una comedia que se vuelve terrorífica sólo a base de diálogos y un fantasmagórico documental, juntos en la experiencia cinematográfica más extraña y original de 2022. Aún queda por ver cómo y cuándo podrá disfrutar el público de películas como Masking Threshold o Razzennest, pero desde aquí ya deseamos ver qué es lo próximo que se le ocurre al director austríaco.





PROJECT WOLF HUNTING: 





Un Con Air coreano en un barco. Con un super-zombie. Y en el que se han usado 2 toneladas y media de sangre falsa. En un festival de cine de terror, ésto se vende solo. Sobre el papel, Project Wolf Hunting parece el tipo de película por la que existen festivales como éste. La película de Kim Hong-Sun es de hecho, un festival en sí mismo, un poco a la manera de Terrifier 2, una celebración de todo lo que nos empuja a meternos en una sala de cine en busca de la experiencia más sangrienta y asquerosa posible. La cosa es que, como aquella, suena mejor sobre el papel que en la pantalla.


Project Wolf Hunting tiene uno de esos argumentos que no llevan a equívocos: Un barco transporta a los criminales más peligrosos fugados de Corea de nuevo a su país, escoltados por un equipo de policías. Cuando el barco se encuentra en alta mar, se produce un motín que desencadena un baño de sangre; nada comparado a lo que llega cuando el experimento escondido en la bodega del barco decida que es hora de despertar.

Como buena película coreana, Project Wolf Hunting hace un uso abrumador de la violencia. La sangre corre a ríos, y cada golpe, puñalada o disparo parece rodado con intención de que le duela al espectador. Sin embargo, el guión de Hong-Sun no ofrece mucho más de lo que expone el argumento, y el director es incapaz de crear ninguna profundidad -días después de verla, uno no recuerda a más de dos personajes- ni esa amalgama de tonos que hace al cine de coreano tan especial y disfrutable cuando se enmarca en el terror o el thriller. Funciona estupendamente como película de acción, terror, y en sus momentos finales, casi de superhéroes descerebrada sin sorpresas y con un carácter puramente lúdico, pero queda muy lejos de la reflexión sobre la violencia a la que se refiere su director y a años luz de los violentos y oscurísimos thrillers coreanos que más allá de la casquería encuentran la forma de clavarse en tu cabeza y no soltarte en años. Project Wolf Hunting es una película festiva, a la manera que podríamos considerar “festiva” en TerrorMolins, y como tal es, disfrutable. No tiene más, pero puede que tampoco lo necesitara.




DEADSTREAM:




Y hablando de películas festivas, Deadstream podría ser un estupendo ejemplo de lo que esto significa. Vanessa y Joseph Winter firman una de las películas más divertidas de esta edición del festival, llevándose el premio de un público que se lo pasó bomba con las desventuras de, cómo no, otro influencer.


Deadstream sigue a Shawn, un irritante youtuber (valga la redundancia) que tras un tiempo cancelado vuelve a las redes con una idea genial: grabarse mientras pasa una noche entera en una casa embrujada. Para sorpresa de nadie, Shawn tendrá que vérselas con una terrible verdad: que la casa realmente está embrujada.


Los Winter conjugan terror y comedia desde el primer minuto, además de escribir una nada velada carta de amor a Sam Raimi y su trilogía de Evil Dead, y Deadstream funciona a la perfección como un tren de la bruja en el que nada es trascendente ni elevado pero todo acaba molando. Joseph, que además de co-dirigir interpreta al pobre Shawn, combina el histrionismo mal del “creador de contenido” favorito de tu sobrino con el histrionismo bien de su (y nuestro) adorado Bruce Campbell. Y el formato streaming da una pequeña vuelta de tuerca al ya resobado found footage, que además se adereza con los comentarios de los supuestos espectadores, que a veces resultan aún más divertidos que lo que pasa en pantalla. Añade unos monstruos de goma pura y dura y unos cuantos litros de fluidos corporales de colores raros y ya tienes en la coctelera una comedia de terror perfecta para la temporada de Halloween que es totalmente brillante en su sencillez. 





Y así termina nuestra selección de TerrorMolins '22. Una selección con un altísimo nivel en rasgos generales y con al menos dos o tres auténticas joyas que desde ya pueden considerarse de lo mejor que ha dado el género en este 2022 que, posiblemente, ha sido el año más fructífero del cine de terror en toda su vida. Quedan aquí nuestras opiniones y el deseo de que a TerrorMolins le queden muchísimos años por delante. 



Más información: http://www.molinsfilmfestival.com/ 






Por Isaac Mora