Una nueva jornada en Sitges

Llega un nuevo día y nos decidimos por averiguar qué pasaría si desaparecieran los gatos en el mundo. Lejos de ser un apocalipsis total, pues de seguro internet no existiría...El film “If Cats Disappeared from the World” no plantea una tesis detallista de lo que ocurriría en tal supuesto, sino que hace un uso metafórico de lo que ocurriría si algunas cosas no hubieran existido en la vida del protagonista. El propósito no es otro que hacer un viaje introspectivo para aceptar la propia muerte, valorando las vivencias. Así pues, el film es un drama vitalista en el que la parte que podría denominarse como fantástica es una simple proyección reduccionista y desde el punto de vista del propio protagonista. En definitiva una película bastante al uso, sin más.   


La siguiente sesión se presenta más interesante y por partida doble con el cortometraje “Le femme et le TGV” y el film “The eyes of my mother“, el primero es una comedia con sabor a “Amelie” en el que una mujer despierta a la vida.


El film, por contra, se presenta casi como un estudio sociológico que muestra el génesis de lo que el mundo etiquetaría como psicopatía desde un punto de vista natural y libre de prejuicios morales.  Básicamente, si eres educado de una forma determinada, sin contacto con las normas establecidas, no compartes los mismos valores que los demás ni tienes sus limitaciones.

La protagonista de la película, interpretada impecablemente por Kika Magalhaes en su etapa adulta, crea su propio mundo en el que por juguetes, tiene personas y por experimentación inocente tiene la cirujía ocular. Premisas inconcebibles para mentes viciadas por la normalidad.

La forma pausada y natural en la que está llevado el film y la elección del blanco y negro no hacen otra cosa que sumar en el conjunto quitando falsa sordidez y potenciando su veracidad.

Dentro de la sección oficial tenemos “Museum”, un thriller que copia descaradamente a “Seven” (David Fincher, 1995), curiosamente el film homenajeado en la pasada edición.

Obviamente, al ser una versión japonesa, no podían faltar ciertas locuras de cosecha propia, que ciertamente, tienen su gracia, como que el asesino en serie actúe disfrazado de rana (impagable). Historia (asesinatos con nombre de pecados), ambientación (muertes escenografiadas y mucha lluvia) y fotografía (tonos amarillos) beben directamente de la película mencionada, todo, excepto 3 de los cuatro finales que tiene. El primero es, a grandes rasgos, el de la americana, pero los otros 3, típicos del cine oriental -en plan no sé muy bien cómo acabar esto, pues lo pongo todo- son el típico happy ending con dudas que, en este film son como un afiche difícil de tragar.

Durante la sesión de noche, hemos disfrutado de un documental acerca de los orígenes artísticos de David Lynch realizador conocido por trabajos como “Terciopelo Azul” o “Mulholland Drive” que alterna su vida detrás de las cámaras con su vertiente pictórica. “David Lynch: The Art Life” narra en primera persona su infancia hasta el momento que se, digamos, consagró como un artista a nivel mundial.


 

Rodado como si lo hubiera dirigido el propio artista (salvando las distancias), su voz, su tempo y sus imágenes posibilitan la intrusión del espectador en el documental, dentro de su propia mente para así conocer algo mejor la raíz de sus peculiaridades, éstas que luego plasma en sus múltiples lienzos.

 



Por Silvia García Palacios