TerrorMolins 2015: Las 12 horas de terror

Sin duda alguna, el estandarte y gran atracción del Festival de Terror de Molins de Rei es la maratón de 12 horas de terror. Un acto festivo de celebración del cine como evento, como acto social y del festival como una cita ineludible para los fans del terror y del exceso. Este año la selección de títulos ha sido muy potente, y la maratón una de las mejor equilibradas de los últimos años gracias a la calidad general de las películas. Como es tradición, empezamos con unas cervezas a media tarde y terminamos con un chocolate con churros bien entrada la mañana, pero entremedias el cine es el gran protagonista y a continuación repasamos lo que ha dado de sí:

“Howl” o la noche del lobo

Como punto de partida, la idea de ejecutar una película de hombres lobo que se desarrolla en un espacio cerrado es más que atractiva ya que, independientemente de la calidad de las obras, poner barreras físicas o psicológicas suele trufar las películas de una sensación de inevitabilidad que refuerza mucho el devenir ya de por sí fatalista del género y, en definitiva, acentúa el horror. Y más cuando, como en este caso, estamos hablando de un monstruo de proporciones considerables.


En este sentido, “Howl” funciona bastante bien precisamente en las distancias cortas, cuando el grupo de viajeros atrapados el tren de medianoche se juntan y se dividen según el devenir de las situaciones. Al menos en apariencia, la mayoría de los personajes tienen suficiente entidad como para ser interesantes dentro de su propia historia y en su modo de enfrentarse al monstruo que les acecha.

Sin embargo, mal va la cosa cuando la transformación más espectacular en una película de licántropos es la de estos personajes como instrumentos al servicio de una trama recurrente que ni siquiera respeta su propia premisa.

“The Hallow” o el encanto del terror folklórico

Es una predilección personal, pero siempre me han gustado las películas de terror cuya base son las leyendas populares de una región. “The Hallow” se desarrolla en los bosques de Irlanda, donde un matrimonio y su hijo recién nacido se van a vivir para alejarse del bullicio de Londres. Enseguida tienen que dar marcha atrás, porque unos espíritus y criaturas maléficas que habitan el lugar empiezan a hacerles la vida imposible.


“The Hallow” es una película de terror de tintes clásicos, cuando las películas de monstruos y el gusto por el maquillaje de FX se todavía dominaba el fantástico antes de la eclosión del CGI. Es un film realmente entretenido, con muchos momentos de tensión y sobre todo con una alta dosis de fantasía que muchas veces se echa de menos.

En cierto modo nos devuelve el sabor nostálgico de cuando nos podíamos asustar por los cuentos de criaturas extrañas que veíamos en el movimiento de los árboles en la noche.

“Turbo Kid” o empacho de fandom nostálgico

Los tres directores que firman “Turbo Kid” han manifestado que han hecho “la película que les gustaría ver”, y sería bueno profundizar más en su idea. Vivimos en una época en que los tiempos avanzan muy rápido, en la que lo “contemporáneo”, lo “posmoderno” y lo “retro” –por aquello de que las modas son cíclicas y siempre vuelven– se confunden peligrosamente en una amalgama de conceptos contrapuestos que no acaban de solidificar.

Así, el homenaje parece una parodia, la parodia una historia pulp, la obra pulp un collage de referencias nostálgicas y el collage de referencias nostálgicas, una obra genuinamente posmoderna.

No es de extrañar, entonces, que el propio visionado de una película tan netamente fan made (o fan service) como Turbo Kid pueda generar tantas lecturas según la posición que cada espectador decida adoptar ante tal exposición de elementos de los años 80 y 90.

Para un servidor resulta mucho más atractiva la radicalidad formal y conceptual de un producto de consumo rápido como “Kung Fury”, que se beneficia de su corta duración para concentrar mucho más el poco recorrido de la fórmula (e incluso en este caso el tráiler es mucho más divertido que el corto). “Turbo Kid”, en cambio, va perdiendo fuerza a medida que avanza porque, simplemente, la acumulación sin fundamentos hace que la película llegue al borde del derrumbe.

“Deathgasm” o metal horror picture show

La relación entre la música metal y el satanismo ha sido, desde siempre, una fuente de clichés para el humor más gamberro. Es una pena que “Deathgasm”, pese a sus muchas virtudes, solo aproveche el iconicismo de uno de los dos lados de la moneda, puesto que le resta riqueza y potencial humorístico, a pesar de ser una cinta de terror que apuesta claramente por la comedia –al contrario, por ejemplo, que la hipnótica “The Devil’s Candy”–.


En cualquier caso, la premisa del Juicio Final invocado por una banda de metal de poca monta es más que suficiente para levantar una película que busca apoyarse en la complicidad del espectador. Aun estando a años luz de la sofisticada narrativa de Edgar Wright en “Shaun of the Dead” o del carisma desbordante que transmite Bruce Campbell en la serie “Ash vs. Evil Dead”, el “Deathgasm” demuestra que los ingredientes de las buddy movies de terror-comedia con personajes fracasados tienen, por sí solos, una energía y un corazón lo bastante potentes como para generar historias divertidas y entrañables.

“We Are Still Here” o fuego por dentro

“We Are Still Here” es una película absolutamente disfrutable para cualquier fan del cine de terror, y más en una maratón larga como esta, pero no deja de llamar la atención la aparente tosquedad con la que mezcla géneros sin adoptar prácticamente ningún rasgo característico de ninguno de ellos.

Casas encantadas, pueblos malditos, slasher, gore, monstruos…todos estos elementos conviven alegremente y en armonía, pese a no adoptar ninguna forma específica. Es una película muy luminosa por ser de fantasmas, con poco suspense para tener tintes de slasher, con mucha casquería por tener un hilo argumental dramático…y etcétera, etcétera.

Por esta razón es especialmente loable la cohesión que, contra pronóstico, consigue darle Tead Geoghean al conjunto. El director se nota que está en pleno control de su película y por esto tiene una frescura notable y hace de “We Are Still Here” una perfecta obra de entretenimiento sin altas pretensiones para los amantes del género de terror.

“Bunny the Killer Thing” o ¿qué hay de nuevo, viejo?

Si uno se pone a pensar en conejos “monstruosos” (si es que este concepto es posible), seguramente le vendrán a la cabeza el “horripilante monstruo sanguinario” de “Los Caballeros de la Mesa Cuadrada” o el adorable Were-Rabbit de “Wallace y Gromit: La maldición de las verduras”. Ahora, irremediablemente, tendremos en mente este engendro hombre-conejo de rotatorio pene gigante que persigue a los promiscuos jovenzuelos en la inclasificable “Bunny the Killer Thing”.


Seguramente es la película más tonta del año y ahí reside su encanto: en la locura conceptual, en el a veces inaccesible humor nórdico y en la repetición exacerbada de situaciones grotescas. Los amantes del género de las cosas-improbables (tomates, ovejas, payasos del espacio exterior…cada uno que nombre su veneno) asesinas, tiene en esta película un satisfactorio placer culpable. Ahora bien, los que simplemente buscan una serie B gamberra echarán en falta muchas dosis de sexo y gore. Esto sí, nadie se va a olvidar nunca de este conejo.



Por Gerard Fossas Noguera